Disciplina desde el amor y la firmeza

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Disciplina desde el amor y la firmeza

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La disciplina es entendida como un proceso paulatino, en donde cada persona debe cumplir un rol acorde a su contexto, siguiendo los objetivos y responsabilidades determinadas que favorecen los intereses familiares (Banz, 2008). Ésta debe ser transmitida gradualmente con amor, paciencia y firmeza, y de este modo guiar a los hijos sobre lo que está bien o mal.

Teniendo en cuenta que los padres pueden ser reconocidos como los primeros profesores, es adecuado que se emplee un tiempo prudente en términos de calidad y cantidad, permitiendo que los padres adquieran  un amplio conocimiento sobre los interese de sus hijos, y de esta manera comenzar a fundar un método de disciplina. Es necesario que haya persistencia y coherencia en las normas que se les exigen a los niños, siendo enteramente relevante la práctica misma desde el ejemplo que se les brinde (López, 2013).

Es pertinente elaborar un listado en donde se definan los valores, hábitos y actitudes que se les quiere enseñar a los niños, haciendo conciencia de cuáles son los intereses familiares respecto a la educación que se les quiere impartir. En este punto, es importante que se identifique el estilo de crianza de los padres, pues generalmente hay una disputa entre estilo autoritario y permisivo. El objetivo sería entonces, lograr un equilibrio entre estos dos estilos en aras de identificar, transmitir límites, enseñar lo que está permitido y lo que no, de manera constructiva y positiva corregir las conductas inadecuadas, exponerles sus errores y las consecuencias de los mismos, evitar el castigo, brindar autonomía y reconocer los éxitos que tienen para así reforzarlos (López, 2013).

Ahora bien, los padres deben ser firmes sin llegar a ser dominantes, ya que son los encargados de ejercer funciones de cuidado, guía y control, todo esto enmarcado en una relación de respeto por el niño.

Además, es importante tener en cuenta que constituir una autoridad en casa no es ser inflexible y estricto. Así, los niños reconocerán la autoridad de sus padres como una serie de sucesos que se construyen dentro de una relación amorosa y firme.

Considerando que en el proceso de aprendizaje en términos de disciplina, es importante hacer exigencias coherentes, teniendo especial cuidado de no imponer metas u objetivos difíciles de alcanzar, ya que los niños al tener expectativas muy altas pueden recurrir a la frustración por no dar respuesta a lo que los padres esperaban.

En Mentalizarte te compartimos algunos ejemplos que pueden contribuir en la constitución de normas para una disciplina con amor y firmeza:

  • Fije normas coherentes y acordes con lo que el niño pueda cumplir.
  • Defina las conductas permitidas y aquellas que no, déselas a conocer en un lenguaje claro, para que así resulten comprensibles.
  • Establezca consecuencias inmediatas para el incumplimiento de las normas ya establecidas. El diálogo en este punto es fundamental ya que por medio de éste se pueden llegar a acuerdos reduciendo la posibilidad de que las consecuencias sean injustas o incoherentes.
  • Exponga claramente los límites y pídale al niño que dé sus propias ideas al respecto. Esto permite que el niño comience a ejercer la autodisciplina y el autocontrol y no sólo la obediencia.
  • Realice una revisión periódica frente a su plan de disciplina, con el fin de determinar si el niño está cambiando conductas de manera consciente o no, y es este el caso, elabore un nuevo plan disciplinario.

Dado lo anterior y teniendo en cuenta que las consecuencias son un eje importante en la disciplina, les compartimos también algunos tips que contribuirán en el manejo y uso de las consecuencias:

  • Utilice la sanción solamente en conductas que no pueden manejarse de otra manera. Una forma de hacerlo es suprimiendo en el niños algunas (no todas) de sus actividades favoritas (televisión, jugar, etc.).
  • Aplique consecuencias moderadas. Recuerde que la crueldad atenta contra la dignidad del niño, fomentando además sentimientos de rencor, conductas agresivas y rebeldía.
  • Es esencial que la consecuencia sea inmediata, especialmente en los niños más pequeños, ya que se entenderá mejor la relación entre la mala conducta y la consecuencia a la que ésta conlleva.
  • Tenga en cuenta que castigar unas veces sí y otras no en la misma acción, confunde al niño y funda además desconfianza hacia sus padres.

Recuerde que sí es posible educar a sus hijos con amor y firmeza, teniendo en cuenta que los niños responden mejor ante el respeto, que ante gritos e insultos.

Referencias

 

Banz, C. (2008) La disciplina como proceso formativo. ValorasUC. Recuperado de http://www.mineduc.cl/usuarios/convivencia_escolar/doc/201103041349320.Valoras_UC.La_disciplina_como_proceso_formativo.pdf

López, M. (2013) Disciplina con amor y firmeza. Inteligencia familiar. Recuperado de http://www.inteligenciafamiliar.com/articulo.php?articulo=209&contenido=12

Foto tomada de https://udual.wordpress.com